Por: Manuel Valencia A.
Tribuna Popular TP – OPINIÓN.- En estos días de turbulencia callejera en Venezuela, me he animado a
retomar el twiter, a pesar de mí incomodidad con la “brevedad” que este
medio plantea. Es el precio de la multitud e inmediatez. Sin embargo, me ha
servido para reclamar la designación inapropiada que se hace —en los
medios de comunicación— a las “trancas
de calles”, a los cierres de vías, cuando se las llama “barricadas”. Allí
exigía una distinción.
Recordaba que aquellas nos transportaban inevitablemente a las jornadas
heroicas que dio el proletariado comunero de París en 1871. También a las de febrero y junio de 1848, donde derramaron sangre,
sudor y lágrimas defendiendo a la llamada República Constitucional francesa (La
desvanecida República Imaginaria, a decir de Marx), para luego ser traicionados
por la burguesía “republicana”, quienes terminaron encumbrando a Luis Napoleón.
Esas barricadas se levantaron para oponerse a los cañones y las cargas de
caballería del ejército francés. Quienes las defendían eran mayormente obreros
desempleados, permaneciendo en ellas día y noche, oliendo a pólvora y a sangre.
Entonces mi reclamo viene por allí. Y es que se deshonra a las barricadas
proletarias cuando se las asemeja a aquellas de la oposición venezolana, esas
que colocan la pequeña burguesía en las urbanizaciones donde viven;
autosecuestrándose y sitiándose ella misma. En contrario, los barrios populares
lucen sin conflictos y despejados.
Barricada sin pueblo
Ahora bien, las tranca calles de la burguesía opositora
venezolana tienen sus particularidades:
La primera
Es que se
autocalifican de “pacificas”, aunque son defendidas con suma violencia: con
molotov, granadas de clavos (modalidad importada de Colombia), guayas
degolladoras…y francotiradores [1].
La segunda
Sus
defensores son fuerzas de choque reclutadas en el sicariato mercenario
colombiano. Son los que se enfrentan con las fuerzas del orden, si bien estos
no arremeten ni con cañones ni con la “caballería”.
La tercera
La
burguesía opositora se limita “cómodamente” a recoger basura y cachivaches para
las “barricadas”.
Eso sí, marchando hacia sus trancacalles con
la bandera nacional “patas arriba” y
a la usanza de Hollywood: el asta inclinada descansando sobre el hombro, en una
épica de pulchinela. Jamás defienden y pernoctan en sus “barricadas”, como sus
émulos franceses.
La cuarta
Las
consignas que los convocan son contradictorias. Llaman a tumbar al gobierno
justificándose en la escasez de alimentos, en las colas para su adquisición y
en sus altos precios. Sin embargo, con
el sitio a sus urbanizaciones han logrado ¡mayor escasez, las colas son aún más
largas y los precios han alcanzado los niveles de la especulación!
Pero no sigamos describiendo estos
comportamientos, que si no hubiese ya más de una decena de muertes, pasarían a
formar parte de la antología burlesca de nuestro país. No obstante, las
particularidades de los acontecimientos son necesarias; pues me obligan a
examinarlos con detenimiento.
Así, la primera pregunta que salta en estas notas es:
¿Estas “protestas pacíficas” son insurreccionales o no?
Es evidente que sí lo son; puesto que el
convocante principal de las mismas (Leopoldo
López) lo confesó ante las cámaras de televisión, diciendo: “Hasta que caiga este gobierno”.
Por otro lado, protestas con balas es
insurrección. Otra pregunta, atada a la respuesta de la anterior, es: ¿quién está detrás de esta insurrección?
Aquí debemos recoger tres declaraciones recientes:
La del secretario estadounidense Kerry, la
del canciller colombiano Holguín y la del embajador de Panamá en la OEA
Estos, casi al unísono [2], preparan a la opinión pública internacional para justificar la insurrección golpista opositora “en aras de la democracia y convivencia en Venezuela”.
Sin embargo, el caso del canciller Holguín es muy
llamativo. Y lo es por dos razones: por la condición fronteriza de nuestros
países y por su defensa instantánea al “ofendido” ex presidente colombiano
Álvaro Uribe. Digo esto por la gravísima situación de perturbación del orden
público en el estado Táchira, limítrofe con Colombia, y por las desafortunadas
declaraciones del Gobernador de ese estado, capitán Vielma Mora. Aunado todo a
los recientes sucesos en Ucrania.
Ya es bien conocido que, para dar el golpe de estado en Ucrania, los
insurrectos neonazis ucranianos dispusieron —además del
apoyo monetario de los EEUU, a través de sus ONGs— de aliviaderos en
territorio polaco para atender “medicamente” a los “héroes de Kiev”.
Aliviaderos ofrecidos sin pudores diplomáticos por el primer ministro de
Polonia, Donald Tusk. No es azar que la ucraniana provincia fronteriza de Lvov
haya solicitado, en medio del conflicto, su anexión a Polonia. ¿Coincidencia
que las protestas en Venezuela hayan comenzado en el fronterizo Táchira? Así
las cosas, no sería descabellado pensar en planes para el establecimiento de
“corredores” que, una vez tomado literalmente el estado Táchira, proveyesen de
bastimento, de mercenarios y de apoyo logístico a la insurrección en el resto
del país.
Es la misma estrategia estadounidense usada en Ucrania y en Siria. En el primero con los mercenarios neonazis entrenados por el Consejo de
Defensa de la OTAN y, en el segundo, con los yihadistas wahabitas introducidos
por Arabia Saudita. Allí podríamos encontrar
las explicaciones, tanto a la violencia desequilibrada de los sicarios de
choque en las tranca calles opositoras, como a la resistencia de la
oposición a dialogar con el gobierno de Maduro. También a la defensa de
Uribe por parte del canciller Holguín, que es decir del gobierno colombiano.
Por cierto, Colombia y Polonia tienen bases militares con valor estratégico
para EEUU…
¿Y Vielma Mora? Qué papel juega. En verdad es
una incógnita. Se me antoja que hay militares del chavismo que están más cómodos
sin Chávez que con él. En ellos es notoria la dificultad prosódica que sufren
cuando deben asumirse “socialistas”. Les sale como remordida esta calificación.
Donde no hay incógnitas es en el patrón de las protestas insurreccionales en
Venezuela: siguen el guión imperial de EEUU para derrocar gobiernos
“incómodos”. Guión que mandó a cambiar de timón después del 14 de abril de
2013, cuando Capriles no pudo montar su plaza Tahrir para tumbar a Maduro,
sucumbiendo a sus propias torpezas.
¡Ah!, ya para terminar, les cuento que esta
mañana presencié el despeje de las trancacalles en la Av.
Cuatricentenaria, única vía de acceso a la urbanización Country Club, de las
más exclusivas de la ciudad de Valencia; la cual permanecía en gueto por la
acción de un grupo de sus propios vecinos (sin alimentos, sin agua potable, sin
escuela sus hijos, etc.). El despeje lo realizaron los vecinos del barrio
popular de La Manguita, colindante al Country y, para más señas,
mayoritariamente chavista. Dándole —a la burguesía opositora venezolana—
una lección de fraternidad y convivencia ciudadana; y a mí, la respuesta
a la interrogante que encabeza estas notas: ¡las barricadas son del pueblo, son
proletarias y chavistas!
http://colectivored15a.blogspot.com/
@ValenciaM
[1] El presidente Maduro viene de anunciar la
segunda baja de la Guardia Nacional Bolivariana; esta vez fue el asesinato, con
arma de fuego de alto calibre, del sargento Giovanni Pantoja, en la
urbanización El Trigal, también en Valencia.
[2] Corrijo: John Kerry y María Ángela Holguín
han dado declaraciones de prensa, en conjunto y en Washington, sobre “la
necesidad de la mediación colombiana en el conflicto en Venezuela”.
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