ANALISIS

UN COLOSO DEL CAPITALISMO SALVAJE TIENE EN JAQUE AL CENTRO CARAQUEÑO

Las parroquias La Candelaria y San Bernardino se han caracterizado por ser unos espacios caotizados por el enorme volumen de vehículos que por ellas transitan debido fundamentalmente al número de comercios que existen en sus estrechas calles y al volumen de empleados públicos que laboran en edificaciones del estado que funcionan en los predios parroquiales como el Ministerio del Poder Popular de Interior y Justicia, La Electricidad de Caracas y todas las clínicas que conforman los servicios privados de salud, además, de servir de arteria de tránsito hacia el centro de la ciudad por las avenidas Urdaneta y Universidad.

No conforme con eso, esas dos parroquias sufren las envestidas de todos los males que se generan desde el caos urbano y sus secuelas como la delincuencia en todas sus formas.

De un tiempo a esta parte ha estado creciendo en un viejo espacio ubicado frente al elevado que esta al final de la avenida Urdaneta una enorme estructura de concreto que nadie se explica la razón por la cual le fue entregada la permisología presuntamente por un funcionario que fuera despedido posteriormente(claro aun despidiéndolo siguió la construcción) sin antes tomar en cuenta la opinión de las organizaciones de vecinos y a los vecinos mismos que hacen vida en ambas parroquias.

La suspicacia popular no entiende aún qué razones tuvieron las autoridades municipales para permitir la construcción de un coloso de esas dimensiones que solo presumimos va a empeorar la ya gravísima situación del tránsito automotor en las cuadras comprendidas entre la avenida México subiendo por el banco Provincial y el elevado de la avenida Urdaneta. Por el otro lado el corredor que pasa por la Cruz Roja en dirección hacia la plaza Candelaria, lugar este de confluencia de todos los vehículos que se dirigen hacia el Hospital de Clínica Caracas y El Centro Médico.

Nadie se explica cómo va a ser organizado el transito en ese triangulo del stress cuando esté funcionando la enorme edificación que el capitalismo inclemente está terminando de construir sin importarle la calidad de vida tanto de vecinas y vecinos como de transeúntes que a diario hacen vida en ese populoso sector caraqueño.

La temeraria construcción será la sede de un nuevo centro Sambil, lugar que servirá de vitrina para los consumistas empedernidos en detrimento de los pequeños comerciantes del tradicional comercio de la candelaria y gran parte del centro de la ciudad.

El Municipio parece no haber cuantificado el impacto económico que ocasionará a estos comerciantes la desleal competencia de este monstruo de mil cabezas que de ahora en adelante no solo traerá problemas de transito, sino también de orden socio-económico que esclavizará a unos, los consumistas, y arruinará a otros, a los pendejos que han vivido toda sus vidas del honesto trabajo de comerciantes y que han hecho florecer las bondades de este populoso sector caraqueño.

No entendemos cómo en un proceso revolucionario que nos conduce hacia el socialismo se le permita al odioso capitalismo salvaje crecer con la autorización de un gobierno bolivariano, que si bien es cierto convive con este fenómeno social, no tiene excusa para permitir este atentado contra la tranquilidad del caraqueño de todos los días.

Caracas sigue subordinada al capitalismo. El consumismo llena a diario y en cualquier época las tiendas de los grandes centros comerciales quienes se erigen en los amos del comercio capitalino llamando por todos los medios a los diferentes compradores que no solamente son de la clase media, también para las clases sociales económicamente excluidas hay el atractivo del consumo compulsivo.

El Sambil de La Candelaria trae consigo las interrogantes que el municipio no pudo resolver antes de otorgar el disparatado permiso de construcción. Ahora para colmo de males se cogen una calle para colocar los equipos y materiales de construcción a lo arrecho. Solo esperamos estar equivocados en lo que respecta al empeoramiento del caos en ese sector de la ciudad capital.