La Vida nos depara sorpresas que a veces nos es difícil explicar. Los encuentros forman parte de esas sorprendentes ocasiones donde no existen explicaciones posibles que nos permitan comprender lo sucedido.
Nos estamos refiriendo a esa cadena de sucesos que nos ocurren a diario de manera fortuita y que nos llena las páginas de esa historia cotidiana que compartimos con la gente en una calle cualquiera.
Es el caso ocurrido en la av. Guzmán Blanco en la parroquia Coche, cuando de manera sorprendente nos encontramos con un escenario pintoresco y lleno de un maravilloso e inesperado encuentro con La Cruz de Mayo.
Un grupo de damas habían organizado un velorio de Cruz en plena vía pública con la idea de convertir ese pequeño acto en una jornada que cada año fuera celebrado en el mismo sitio y con el ritual que la tradición exige.
Fue tan sorprendente el acto que todos los transeúntes y conductores quedaron sin palabras, no había forma de aceptar que eso estuviera ocurriendo en plena vía pública de una manera tan agresiva y tan colorida.
Un improvisado altar adornado con la presencia de varias cruces fueron la lectura exacta de las pretensiones de estas damas que invitaban a todos a incorporarse a un coro de espontaneas que resultó un espectacular atrevimiento cultural donde el valor de la tradición nos contagió a todos con ese ritmo de frenesí que salía de sus modestos y artesanales instrumentos musicales.
Fue un encuentro con sabor a pueblo, una manifestación popular donde los elementos culturales nos hicieron crecer desde lo culinario hasta esa poesía en forma de decima que nos hace invocar a la santísima Cruz de Mayo.
Nunca un encuentro estuvo tan lleno de tanto entusiasmo donde reinó el calor y fervor de la mujer venezolana en un proceso de pertenencia que nos identifica con nuestras raíces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario