Los mismos Sátrapas que desmontaron el sistema educativo que se inició por los años cuarenta con la preeminencia del estado docente, son los que ahora hablan mal de la nueva Ley Orgánica de Educación, fueron ellos los que sindicalizaron la cotidianidad de las escuelas y redujeron al maestro a la impensable condición de funcionario mal pagado y mal visto, pudiéramos también decir que perdieron el liderazgo vocacional que tuvieron como bandera durante muchos años al igual que los sacerdotes de nuestro no muy lejano pasado.
Nuestro sistema educativo funcionó durante los cuarenta años de la democracia representativa de mayor a menor, es decir, de muy bueno a muy malo. De una educación pública de una muy aceptable calidad académica pasamos a un formato educativo decadente y privatizador donde se impusieron los criterios neoliberales del fondo monetario internacional como mecanismos colonizadores aplicados en todos los países del tercer mundo como fuimos llamados despectivamente por estos mecanismos de poder inventados por el imperio para desmoralizar los procesos liberadores en el mundo.
De la escuela normal donde se formaron nuestros grandes maestros, pasamos al licenciado en Educación en varias menciones, que hoy no se les puede decir maestros o maestras sino profesores o profesoras, que es lo mismo pero, sin la calidad humana y docente de ese mítico personaje que aún es recordado por su enorme valor humanístico de antes.
Esa Ley que tanto soñamos para el ejercicio de la formación liberadora donde el docente y la familia son los protagonistas del proceso fundamental donde se le da forma al hombre y mujer que sale de la escuela al trabajo para darle color a la vida de una patria que tanto necesita de sus hijos para salir del atraso colonizador donde nos han hecho convivir por años después de haber salido de las garras del odioso imperio español.
Recordamos cómo la historia de Venezuela pasó a ser un capitulo mas de cualquier historia de aventuras en vez de ser la memoria de un pueblo en búsqueda de su propio camino hacia la liberación de su gesta humana.
Nunca la educación fue tan decadente como cuando iniciaron su proceso privatizador donde los grandes perdedores serían irremediablemente aquellos que no contaban con los recursos para pasar mas allá de la escuela primaria.
El desmontaje de la educación técnica y la decadencia sistemática de la formación universitaria, el injusto filtro en las universidades nacionales y la superpoblación de bachilleres sin rumbo fueron los primeros síntomas que nos indicaron que el neoliberalismo nos había tocado en lo mas sensible del corazón de la patria, que los hijos de los pobres estaban destinados a ser los barrenderos de las calles y los lavaplatos de los Mac Donals o los antipáticos funcionarios públicos de los gobiernos de turno.
Mientras tanto, la televisión se convertía en la rectora de la transculturización y en pionera de lo mas absurdo del humanismo que reclaman los pueblos para dar el paso hacia el desarrollo científico y tecnológico que es para lo cual se forman sus hijos, es decir, Venezuela estaba llamada a ser una consumidora compulsiva de la basura imperialista de las empresas transnacionales y en patrio trasero de los Gringos.
Es innegable que nuestras escuelas se convirtieron en depósitos de niños por el día, y en guarida de delincuentes por las noches ya que hasta sin vigilantes las dejaron los democráticos gobiernos de la cuarta república, sin contar que la infraestructura educativa cada vez se deterioraba mas mientras las escuelas privadas iban engordando sus patrimonios a costa de lo peor de la educación pública con una gigantesca campaña promovida desde los medios de comunicación privados.
Los sindicatos se convirtieron a su vez, en promotores del desorden entre los maestros, desmoralizando a los públicos y estimulando el éxodo hacia la educación privada de la clase media que aún creía en la educación del estado. Ellos dividieron a los gremios e hicieron del docente un sector lochero y pedigüeño en vez de hacerlo un digno y bien remunerado campo laboral al servicio del país como lo debe ser.
Los partidos políticos de la derecha con los sindicatos como punta de lanza guardaron silencio ante el proceso de descomposición que afectaba a la educación venezolana, las sociedades de padres y representantes al igual que los maestros se conformaron con la palabra de un liderazgo corrompido por las instancias de poder que lo dominaban.
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