En Venezuela los patrimonios vivientes son por excelencia personas que vienen de los diferentes frentes del saber popular y son reconocidos por la gente por los aportes que ellos realizan a favor de la causa cultural de su localidad, entre ellos podemos mencionar a los artesanos, pintores, escultores y todos esos constructores de saberes que crecen a la sombra de sus habilidades y creatividad.
En Venezuela hemos tenido muchos ejemplos de patrimonios vivientes de una verdadera relevancia nacional, como fue el caso de Luis Mariano Rivera quien en vida gozó del privilegio de ser un muy respetado sentimiento patrimonial expresado por el país nacional por intermedio tanto de las instituciones del estado como por el público en general que vieron en este cultor un icono patrimonial de la musica tradicional venezolana.
Al contrario de Luis Mariano, una gran cantidad de cultores no han tenido la suerte de ser reconocidos como patrimonio cultural de algún sitio, pese a poseer los méritos suficientes para que ello ocurra, como puede ser el caso de algún artesano de Lara o Yaracuy como algun cantante de golpe tuyero en el estado Miranda.
El caso es que ahora, durante el avance del proceso revolucionario en algunas regiones del país se han reconocido a algunos personajes como patrimonios vivientes, con tan mala suerte que ese reconocimiento no ha ido acompañado de un esfuerzo gubernamental para difundir la obra del homenajeado.
Hace poco fuimos invitados a un homenaje que se le hacía a un grupo de patrimonios vivientes de Caracas en la plaza Andrés Eloy Blanco en la esquina de Santa Capilla, pero el acto estuvo vinculado a una actividad nocturna que el gobierno Capital realiza en varios espacios públicos de la ciudad como parte de una programación propia para el rescate de esos espacios.
Nuestra sorpresa fue mayuscula cuando vimos a los homenajeados confundidos entre un público muy alegre bailando y disfrutando de una noche especialmente diseñada para festejar, sin embargo no fue este el mejor acto para un grupo de homenajeados venezolanos que han dado lo mejor de sí para el crecimiento de un país que construye un socialismo donde el ser humano es la razón de ser de la revolución.
El homenaje debió ser un acto de reconocimiento A LOS PATRIMONIOS CULTURALES VIVIENTES donde ellos fueran los protagonístas de un sincero acto de reconocimiento a cada uno de ellos con un compromiso institucional que vaya mas allá de la espiritualidad formal y le dé a estos venezolanos y venezolanas otra oportunidad de mostrar sus talentos al público que los ha seguido siempre así como aquél público que no los conoce en otras regiones del país como es el caso de nuestro pintor popular Feliz Rodriguez conocido en el medio como Catarí, un patrimonio que va mas allá de la formalidad oficial para convertirse en parte de una ciudad que lo vió crecer a la luz de las luchas populares.
No vimos como justo confundir a estos 26 patrimonios en una noche festiva en un homenaje que se merecían en un escenario absolutamente mas merecido.
José Rafael Morales (artesano). Charles Mora (danza tradicional). Narciso Blanco (declamador). Francisco Antonio Hernández ( percusionista). Otilia Infante (cultora popular), Humberto Belandria (promotor de tradiciones populares), josé Melecio Correa (actor de teatro), Priscila Bernarda Ruíz (promotora de fiestas tradicionales), Nicolaza Gómez (cultora popular), Lucas Evangelista Seijas (poeta) y Feliz Rodriguez, son entre otros los homenajeados que pese a gozar del reconocimiento nominal aún carecen de un compromiso de las instituciones para que ellos difundan sus saberes entre un pueblo que está necesitado del conocimiento de aquellos personajes que han sido parte de una realidad donde siempre fueron excluídos.
Desde esta pagina hacemos votos por que las autoridades del gobierno Capital asuman la realidad de estos Patrimonios Culturales Vivientes como un verdadero homenaje a sus talentos y creatividad, que aún están en condiciones de compartir con todos nosotros.
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