lunes, 21 de enero de 2008

ANALISIS EN RED

NECESITAMOS LO MÁS PARECIDO A UN POLICIA HONESTO, POR FAVOR.
La problemática que se generó por el desalojo de los buhoneros del centro de Caracas ha resultado ser una experiencia que llama a reflexionar sobre otros males que aquejan a la ciudad y nos colocan bien lejos del concepto de revolución que hemos venido pregonando desde que el presidente Chávez asumió el poder. La población necesita disfrutar de los beneficios y bondades que esperan del proceso bolivariano. Es una necesidad tener claro que revolución es sinónimo de cambios y si no se producen esos cambios no estaremos a la altura de las expectativas que la gente tiene de la acción revolucionaria.

Desde hace tiempo esta asamblea nacional está en deuda con muchas leyes, especialmente la que se refiere a la Policía Nacional. La delincuencia se encuentra desbordada y nadie ha sido capaz de ponerle el cascabel al problema. El pueblo se siente desamparado y se encuentra desamparado. Presiente que no hay policía que sea capaz de protegerle y darle seguridad, las policías solo resguardan las zonas de la clase media y deja a la buena de Dios a las comunidades populares. Entonces eso quiere decir que aun seguimos practicando la exclusión.

Los Alcaldes de los municipios Light del área metropolitana se ufanan de tener las comunidades más seguras de Caracas. Falso. Los sectores populares que están ubicados en esos municipios no solamente son la fotografía de otros sectores humildes de la ciudad, sino que sus habitantes son reprimidos con operativos parecidos a los de la cuarta república que en nada solucionan el problema. No es cierto que los índices delictivos de Las Minas de Baruta se hayan reducido por efecto de la acción de la policía municipal, pues ellos se dedican de manera exclusiva a resguardar los bienes de las clases media y alta que conviven en sus zonas exclusivas.

En lo que respecta a la policía Metropolitana es mucho lo que se puede decir de ella. Desde la corrupción, que no es exclusividad de ese organismo (también las otras policías tienen su cuota de corrupción) hasta lo difícil que le ha resultado al Alcalde Barreto su reorganización.

El común de la población sufre muchas veces más con los procedimientos policiales que con la falta de ellos. Las mafias enquistadas en ese y otros organismos policiales han sido un elemento histórico de distorsión de la función policial, la verdadera acción de la policía pasa a formar parte de los anti valores y la sociedad se ve entonces sometida a un modelo prostituido de lo que la gente presume es el orden público y la seguridad ciudadana.

No hay una institución del estado que esté más comprometida con el ciudadano que la policía. No hay una institución del estado que esté más en deuda con la ciudad que la judicatura. No hay peor soledad que la impotencia que generan estos dos paradigmas; la ineficiencia policial y la falta de justicia.

En este momento en que el ministerio de interior y justicia está desarrollando planes para el combate a la delincuencia, planes para desterrar de la frontera la figura del secuestro. En este momento que estamos abogando por la paz de Colombia como contrapartida a la paz interna del país, el estado debe proporcionar a la ciudadanía una nueva estructura de seguridad policial que la haga sentir que vale la pena vivir en el socialismo bolivariano.

Todos sabemos que las fuentes que sostienen la economía del imperio son, la venta de armas, el petróleo y la droga. Los Estados Unidos no son solamente los mayores consumidores de drogas del mundo, sino también son los primeros exportadores de la cultura de la violencia a través de sus medios de comunicación. Ese modelo de delincuentes y ese modelo de violencia es el patrón con que se forman nuestros muchachos.

El reto de la revolución es también avanzar en la construcción de la nueva sociedad que queremos, pero eso nunca será una realidad sin la participación del pueblo. La nueva comunidad que crece desde los consejos comunales debe ser una realidad producto de la discusión y encaminada hacia la creatividad y la transformación de esa misma realidad social.

Este debería ser el fin de la sociedad silenciosa y cómplice de sus propias tragedias. Está en manos de todos el problema de la seguridad. La comunidad debe comenzar a organizarse desde un nuevo modelo de ciudadanía que se compadece con el marco de la Constitución de la república Bolivariana de Venezuela.

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