Al parecer, las alcaldías caraqueñas no han tenido tiempo de darse una vueltica por el primer parque de la ciudad de Caracas. No se les ha ocurrido que el mas céntrico de los lugares de esparcimiento de la capital se encuentra en estado de coma. Ese sitio que fué testigo de los mas destacados acontecimientos de fines del siglo 19, que alguna vez ostentó el honor de ser un pequeño paraíso en el corazón de la cuna de Bolívar, está agonizando ante la indiferencia de las autoridades municipales y la pasividad del Instituto del Patrimonio Cultural.
El otrora orgullo de Guzmán Blanco y vecino del Miraflores presidencial que alguna vez formó parte del enclave patrimonial del centro de Caracas, se encuentra muy mal, no tiene quien se compadezca de él. Algunas autoridades del Estado no suben sus famosas y blancas escaleras, porque no tienen tiempo para ocuparse de lo que no produce dividendos políticos.
Por extraño que parezca, este proceso revolucionario del cual alardeamos como un hecho humanístico inédito en Venezuela no ha evaluado la importancia histórica de ese espacio ni su propio valor como lugar que por su aún hermosos paisajes debe ser rescatado para disfrute de todos.
El parque ha sido desvalijado no solo por el hampa, sino también por bandidos de cuello blanco que han encontrado en él una vitrina donde la estatuaria les ha ofrecido obras en bandeja de plata ¡cuantas mansiones caraqueñas están ornamentadas con obras del Calvario!. Aquél angelito que estaba en el recodo de una de las caminerías hace tiempo que desapareció y nunca nadie se interesó por él. La estatua de Ana Avalos, también desapareció una vez y fué rescatada porque no tubo tiempo de ser llevada fuera del sector.
Podemos seguir enumerando daños que han sido producidos en el parque por algunos vecinos y visitantes, entre ellos la desaparición de la maquina del reloj de Crespo que aun conserva su vieja estructura silenciosa y abandonada.
Los bancos que se extienden a lo largo de todas las caminerías fueron despojados de sus antiguas lozas de colores que eran el encanto del paisaje. Las placas de bronce de algunas estatuas, fueron robadas y nunca han sido repuestas a su sitio para la identificación del personaje que representa.
La glorieta que está ubicada en la cumbre del parque al frente del viejo acueducto de Caracas, que fué traída desde París hace mas de un siglo está viviendo el peor de todos sus momentos. Lo mismo ocurre con los espejos de agua que alguna vez lucieron sus encantos para el asombro de visitantes y extraños. El caracol que conduce hacia la estatua pedestre del Libertador ya no guarda su esplendor de antaño.
Definitivamente la desidia se apoderó de los espacios del parque. Las estatuas muestran un deterioro que pudo ser evitado por algún funcionario público o comunidad organizada que estuviese pendiente de cumplir con sus responsabilidades.
Dos puestos para resguardar el orden dentro sus instalaciones, hay en el parque: uno de La Alcaldía Libertador y otro de La Guardia Nacional, ninguno de los dos organismos tiene nada que ver con los males del Calvario. La revolución, ¡nuestra revolución! no ha adoptado las medidas que permitan a alguna de las Misiones formar parte de un proyecto que rescate estos aun lindos espacios.
En una oportunidad La Misión "Vuelvan Caras" intentó montar algunas cooperativas, pero no sabemos que pasó y lo que fué una esperanza se volvió sal y agua. En otra oportunidad una comunidad cercana al calvario junto con algunos lideres comunitarios presentaron un proyecto para convertirlo en un parque autosustentable, pero las autoridades nunca le dieron respuesta a la propuesta.
De manera que hoy día El Calvario es un silencioso testigo de su propia muerte ante la injusta indiferencia de las autoridades. La revolución bolivariana está en deuda con el pueblo revolucionario y es necesario que se de inicio a un movimiento de opinión que permita levantar una sola voz para salvarlo, aun estamos a tiempo.
Por extraño que parezca, este proceso revolucionario del cual alardeamos como un hecho humanístico inédito en Venezuela no ha evaluado la importancia histórica de ese espacio ni su propio valor como lugar que por su aún hermosos paisajes debe ser rescatado para disfrute de todos.
El parque ha sido desvalijado no solo por el hampa, sino también por bandidos de cuello blanco que han encontrado en él una vitrina donde la estatuaria les ha ofrecido obras en bandeja de plata ¡cuantas mansiones caraqueñas están ornamentadas con obras del Calvario!. Aquél angelito que estaba en el recodo de una de las caminerías hace tiempo que desapareció y nunca nadie se interesó por él. La estatua de Ana Avalos, también desapareció una vez y fué rescatada porque no tubo tiempo de ser llevada fuera del sector.
Podemos seguir enumerando daños que han sido producidos en el parque por algunos vecinos y visitantes, entre ellos la desaparición de la maquina del reloj de Crespo que aun conserva su vieja estructura silenciosa y abandonada.
Los bancos que se extienden a lo largo de todas las caminerías fueron despojados de sus antiguas lozas de colores que eran el encanto del paisaje. Las placas de bronce de algunas estatuas, fueron robadas y nunca han sido repuestas a su sitio para la identificación del personaje que representa.
La glorieta que está ubicada en la cumbre del parque al frente del viejo acueducto de Caracas, que fué traída desde París hace mas de un siglo está viviendo el peor de todos sus momentos. Lo mismo ocurre con los espejos de agua que alguna vez lucieron sus encantos para el asombro de visitantes y extraños. El caracol que conduce hacia la estatua pedestre del Libertador ya no guarda su esplendor de antaño.
Definitivamente la desidia se apoderó de los espacios del parque. Las estatuas muestran un deterioro que pudo ser evitado por algún funcionario público o comunidad organizada que estuviese pendiente de cumplir con sus responsabilidades.
Dos puestos para resguardar el orden dentro sus instalaciones, hay en el parque: uno de La Alcaldía Libertador y otro de La Guardia Nacional, ninguno de los dos organismos tiene nada que ver con los males del Calvario. La revolución, ¡nuestra revolución! no ha adoptado las medidas que permitan a alguna de las Misiones formar parte de un proyecto que rescate estos aun lindos espacios.
En una oportunidad La Misión "Vuelvan Caras" intentó montar algunas cooperativas, pero no sabemos que pasó y lo que fué una esperanza se volvió sal y agua. En otra oportunidad una comunidad cercana al calvario junto con algunos lideres comunitarios presentaron un proyecto para convertirlo en un parque autosustentable, pero las autoridades nunca le dieron respuesta a la propuesta.
De manera que hoy día El Calvario es un silencioso testigo de su propia muerte ante la injusta indiferencia de las autoridades. La revolución bolivariana está en deuda con el pueblo revolucionario y es necesario que se de inicio a un movimiento de opinión que permita levantar una sola voz para salvarlo, aun estamos a tiempo.
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