lunes, 4 de febrero de 2008

EDITORIAL

LAS FRIVOLIDADES DE ALVARO URIBE
No hay en el continente americano y quizá en el mundo un presidente moralmente más cuestionado que Álvaro Uribe Vélez. Vinculado al narcotráfico, al paramilitarismo y la corrupción. No conforme con eso, desde que es presidente de Colombia se ha convertido en el más importante agente de la CÍA en el Sub-continente. Es definitivamente el más encarnizado enemigo de La Paz en Colombia.


La ayuda norteamericana para combatir al narcotráfico se ha convertido en un caballo de Troya para ganar el control de todos los pueblos al sur del continente americano. No se conforman con la base de Manta en Ecuador, ni con las fuerzas militares que colocaron para controlar los recursos hídricos de la triple frontera en el Paraguay. Todo esto en nombre de la libertad y la democracia.

Este sor con cara de seminarista, que ha tenido una habilidad extraordinaria para ascender en la vida política colombiana y hacerse la mano derecha de la rancia oligarquía neogranadina no tiene escrúpulos al tomar cualquier decisión que aliente la represión contra el pueblo trabajador que se siente afectado por las políticas neoliberales afectas al ALCA.


Ningún presidente colombiano ha llegado tan lejos en materia del combate contra la guerrilla de las FARC-EP, pareciera que el fin de la guerra no es materia que le importara. A veces da la impresión que esa guerra fuera un gran negocio para el gobierno, a veces se piensa que la presencia de los Estados Unidos con El Plan Colombia lo que ha hecho es alentar la producción de drogas y aumentar el tráfico de la misma hacia el país del norte.


Son tantas las dudas que ha dejado el presidente Uribe durante su cuestionada gestión, que los paramilitares llegaron a tener un poder casi oficial en todos los niveles tanto del gobierno como del parlamento colombiano. Ministros del presidente tienen vínculos absolutamente comprobados con el paramilitarismo, incluso este grupo de bandoleros, terroristas y sádicos sedientos de sangre fueron fortalecidos y beneficiados por las políticas complacientes de esa dudosa democracia Uribista que hoy se ufana de ser el más importante socio de los Estados Unidos.

Para nadie es un secreto la profunda amistad que unieron en el pasado a Álvaro Uribe con los capos Pablo escobar y los hermanos Ochoa, es decir, cuando fué alcalde de Medellín y director de aeronáutica civil se manejó entre las sombras del narcotrafico y el paramilitarismo. Su padre fue un declarado narcotráficante.


Uribe no tiene una gestión de gobierno que le permita demostrarle al pueblo colombiano una obra que sea un logro emblemático que lo destaque de los gobiernos anteriores. Todo lo que ha hecho es aumentar el gasto militar y las deudas con la banca internacional, hasta tal punto que la dependencia con el imperio ha aumentado a niveles tan descarados que las fuerzas armadas se han convertido en cómplices silenciosas del nuevo problema colonial que los está afectando.

Mientras los Estados Unidos se estén cobrando la enorme ayuda militar que le está prestando a Colombia, este país hermano no puede tomar decisiones soberanas. La existencia de los paramilitares ha sido en parte auspiciada por los Gringos y por especialistas en terrorismo venidos de Israel, país que también es un proveedor de armas para los paracos y las mismas fuerzas armadas.

La situación del campesinado colombiano se ha agravado tanto durante este gobierno de Uribe, que sus tierras ya no les pertenecen. Las masacres que han realizado los paramilitares y el ejército, han hecho que grandes masas de campesinos huyan de sus tierras dejándolas a la buena de Dios por temor a ser víctimas de la guerra, ahora no son campesinos: son desplazados, un problema para los países vecinos.

Ante todo esto, la oligarquía ha llenado de elogios a Uribe, mientras la libertad pasa a ser una utopía inalcanzable para el ciudadano común. No estar de acuerdo con el gobierno es peligroso. Mostrar alguna simpatía por la guerrilla es casi una sentencia de muerte. La gran prensa solo informa lo que le interesa al gobierno secuestrando así la libertad de expresión para beneficio de sus intereses económicos y políticos.


Los medios favorecen la campaña de guerra como si estuvieran promoviendo un producto comercial. La clase media, al igual que en Venezuela es la tonta útil que es manipulada para ponerla al frente de la opinión pública y en contra de la mayoría del verdadero pueblo colombiano.

Uribe miente como cosa cotidiana, los familiares de los rehenes son los mejores testigos de esto, en su odio contra las Farc no les dió esperanzas para que el intercambio humanitario se hiciera realidad, por el contrario, todo aquel que habla de intercambio humanitario es descalificado por los mas destacados personeros del gobierno, empezando por el alto comisionado de La Paz quien parece mas un ministro de guerra que un agente pacificador.

Álvaro Uribe ha sido un fracaso para traer la paz a los colombianos y hoy llama a profundizar la guerra convocando a una marcha en la que participó la clase media como vocera de la oligarquía y carne de cañón del imperialismo.

Aquí en Venezuela, esa misma clase media uribista que jamás le importó un carajo lo que ocurría en Colombia también estuvo con sus cuatro escuálidos en la calle promoviendo la guerra contra las Farc, sin acordarse que ellos han sido protectores de los terroristas que colocaron una bomba en el mismísimo consulado de Colombia en Venezuela en el año 2002.


Nuestra clase media hipócrita a todas luces, egoísta e individualista no ha terminado de aceptar que las Farc han prometido la liberación de tres rehenes más como muestra de buena voluntad para que se abran de una misma vez las puertas para comenzar la discusión de un verdadero proceso de Paz en Colombia.

No solo la descalificada clase media venezolana estuvo en la plaza Brión de Chacaíto, lo más lamentable es la presencia de esos colombianos que en el pasado fueron víctimas de los cuerpos policiales y represivos por no portar los documentos de identidad, esos colombianos también fueron víctima de esa clase media que hoy estaba con ellos en esa marcha del odio auspiciada por Uribe desde Bogotá. ¡Cosas de la vida!

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